Cuando vamos paseando por la calle de nuestra ciudad, no nos resulta extraño ver alguna persona haciendo trabajos de limpieza de cristales en la altura. De hecho, suele ser ‘encajonado’ en una especie de ascensor al aire libre, con un casco como única protección, y donde apenas hay espacio para moverse ligeramente.
La labor de la limpieza de cristales de las altas fachadas es minuciosa y detallada, ya que hay que recorrer todos y cada uno de los cristales de los edificios más elevados de la ciudad en un habitáculo al aire libre y sin apenas espacio para hacer ciertas maniobras manuales que conllevan un esfuerzo y desgaste físico utilizando variados materiales para limpiar los cristales de los ‘gigantes’ urbanísticos y que no quede ni rastro de suciedad.
¿Quién limpia ahí arriba? Algo está claro. Para poder realizar las labores de limpieza de cristales en la altura hay que tener una serie de cualidades y capacidades y, sobre todo, muy poco miedo. No tener vértigo es, sin duda, una de las primeras, ya que, cuando toca subir a 70 metros de altura, por ejemplo, colgado en el vacío es difícil no mirar hacia abajo y ver el mundo que hay a tus pies mientras realizas tu función de limpieza de cristales en la altura. Ha de ser una persona valiente, que es capaz de mantenerse a flote sobre ese ‘ascensor’ cada día, incluso los días que el viento que puede soplar a esa altura parece querer elevarte hasta el último de tus días. Peor también, quién limpia ahí arriba es una especie de héroe. Una persona que valora la limpieza, que sabe lo importante que es la imagen que un cristal puede dar de una empresa, tanto de puertas para afuera, como de ellas hacia dentro.
La limpieza de cristales de altura, una delicada labor
Sin duda, un fallo puede lanzarte al vacío, una mano mal apoyada sobre el cristal que estás limpiando, un descuido, o algo tan involuntario como un mareo, pueden hacer que cualquier día sea el último. Sin duda, la limpieza de cristales en altura es una labor delicada y laboriosa, que, en muchas ocasiones no tiene reconocido el mérito o valor de quienes lo hacen, de quienes se cuelgan de un cable para conseguir ganarse el pan de cada día, a un precio tan alto como es la misma vida.
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